CLONACIÓN ¿UN SUICIDIO LENTO...?
O LA REVANCHA DE LA EVOLUCION
Compañeros de historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad, quisiera preguntar
—me urge tanto—,
¿qué debiera decir, qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida, ¿qué hacer?
¿Hasta donde debemos practicar las verdades?
¿Hasta donde sabemos?
Que escriban, pues, la historia, su historia,
los hombres del «Playa Girón».
El suicidio es una situación de contrastes. O te matas decididamente o, distraido dejas de hacer lo posible por existir... Ser, o No Ser.¿Existe una reflexión ética que justifique tal duda? O solo fue el producto de la mente veraniega de Shakespeare. ¿Ha evolucionado nuestro pensamiento (léase inteligencia) lo suficiente como para absolverla? O debemos de recordar que la evolución no es subjetiva y no se anda fijando en estos simples accidentes. Bueno, lo cierto es que el futuro de la clonación abre, en cierta forma y en ambos aspectos, un debate de características inusitadas.
Efectuando un juicio de valor del verbo o mejor dicho de la acción de clonar, podríamos llegar a la conclusión de que tal actividad no es mala ni buena y que el mencionado juicio de valor está dirigido más a la intencionalidad de aquel que es quien ejecuta la acción (qué buscamos: Héroes que nos saquien del lío en que hemos metido a la humanidad, almacenes de órganos, órganos para nuestros enfermos, hacer historia, soldados perfectos, eugenesia "unlimited").
Más, reflexionemos: Cualquier estímulo que llega a nosotros está encadenado por y a el principio de la razón; pensemos también en que la aparición de la inteligencia humana sobre la tierra pudo no haber pasado de ser mas que un simple accidente producto de la evolución (al margen de la conciencia de la existencia o no del Dios). Para esto, recordemos que la historia humana sobre el planeta no pasa de umos exiguos cuatro (04) millones de años aproximadamente (en comparación a los 1,5 x 10 a la sexta millones de años del universo, edad últimamente muy cuestionada pore los astrónomos, pero ese es otro cuento). Y que así (a través de la historia cósmica, de la realidad en que vivimos), vemos a la Inteligencia (quizás el disfraz preferido de la conciencia) como un factor más de la evolución que ha ido condicionando se entorno natural, para hacerlo "más adecuado" a su existencia condicionada a su vez por la propia subjetividad de la misma Inteligencia, para así poder ser seleccionada como un carácter evolutivo, con un éxito relativamente rápido hasta ahora.
Basta observar el cambio real de la inconveniente "barbarie" del entorno natural, merced a la aparición de la Inteligencia y la resistencia de esta última a desaparecer de la escena de la trama vital: el primer gran paso entonces fue el lenguaje (entiéndase entonces comunicacion)), éste(a) a su vez preparó el camino a la Primera Gran Ola Cultural (la Agricultura), concentrando el conocimiento en las ciudades, creadas a partir de la eliminación de un sedentarismo poco cómodo (por decir lo menos); entornando apenas la puerta, que empezaría a ser abierta por Sócrates, Zenón de Elea, Platón, Aristóteles, etc.. Para que luego entrara el Renacimiento y la Ilustración (con Leonardo, Tomás de Aquino, Plotino, Bacon, Galileo y después Voltaire, Rosseau) y el gran proyecto de la razón abandonada a la mera observación y el establecimiento, en su nombre, de un orden, de unas leyes y nociones (divinas) de verdad; que regirían al mundo, por mucho tiempo; hasta más o menos la llegada de la negación de la tradición (o de lo establecido), con la Revolución Francesa y sus razonables principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad (a pesar de toda la sangre que corrió entonces por el Sena).
La Revolución, entonces, abrió trocha a la llegada de la Modernidad, abanderada de la Segunda Gran Ola Cultural (la Industrialización), que cogió al mundo en plena búsqueda de la verdad (la verdadera, dicen). Y así la racionalidad más pura fue apoderándose de la humanidad (Kepler, Nietche, Kant, Hume, Hegel, Sartre, Swedenborg, Spinoza, Shopenhauer), mientras esta última, a su vez, reaccionaba una vez más, inteligentemente, frente a su entorno natural para evitar desaparecer, agotando nichos ecológicos, buscando el “progreso”, es decir, sobreviviendo. La búsqueda de la verdad continuó... hasta que se agotó, por decirlo de algún modo; ya que, de alguna forma, la negación de lo establecido, de la tradición, el mismo cuestionamiento de y al sistema, fue convirtiéndose, per se, en una tradición más.
A estas alturas la igualdad proclamada en un inicio por la Revolución fue perdiendo su libertad de diferencia (llámense credos, esquemas, formas de ver el mundo) quedando la humanidad enfrentada a la Posmodernidad, arengada por la Tercera Ola (Tecnología avanzada, Conocimiento, Consumismo global -Internet). La Posmodernidad y su mezcla disonante y multicolor de gustos, estilos, especialidades y creencias (¿alguien ha visto Blade Runner?), todos (o todas) creyendo tener la verdad en sus manos y proclamando su individualidad.
Abolida hasta aquí la búsqueda de la verdad (todos creen tenerla), la misma verdad y la moral, al no discernir entre lo bueno y lo malo (hijos de la moral condicionada por la razón de la verdad, y ahora negados por la aparente pérdida de la racionalidad), así, en igualdad de condiciones irracionales (¿Afganistán, USA, resto del Mundo?), quedó el caos de lo hiperespecializado: No lo dude, pronto verá en algún canal, de cable seguramente, un especial de una semana, o de un mes, dedicado únicamente a la ignota oruga trepadora de alguna selva venezolana. Mientras el universo, incluso el cultural, va hacia la entropía (naturalmente).
Luego de estas acotaciones podemos pensar entonces que el gran problema, es que ya se sabe que lo más dañino, no es el caos de la barbarie, sino la barbarie del orden... O tal vez es que esto es sólo un paso más de nuestra evolución cultural, que tal vez abrirá el paso a nuestra evolución biológica, acelerada (desde una apreciación algo subjetiva, paradójicamente), a su vez, desde la aparición de la Inteligencia. La Inteligencia que, para sí, cuenta con el arma objetiva de sus resultados. El avance de las computadoras (una posible inteligencia artificial), y la clonación pueden ser algunos de estos. Pero la historia no se ha escrito de situaciones aisladas, sino más bien por el conjunto, unas veces desatinado y otras afortunado, de las mismas.
Quien sabe, hayamos logrado ya, un Universo sin leyes, un mundo a la deriva, una visión grotesca del cosmos, donde la eternidad esta sentada sobre el caos, y al devorarlo, se devora. Y estemos realmente ante la naturaleza caída de los cristianos, cuando la relación entre Dios y el mundo se torna invertida: y donde no es el mundo caído de la mano de Dios, el que se precipita en la nada, sino que es Dios quien cayó en el hoyo de la muerte. Y la filosofía realmente haya concebido por fin, un mundo movido no por un creador, sino por un peculiar orden inteligente.
Después de todo, ahora, con el conocimiento de un universo desbocado y real, de la evolución sin un objetivo (como es natural), del hecho de que todas las especies están condenadas a la extinción, en busca de la más apta. Ahora que la eugenesia y la robótica amenazan con desplazar lo que somos sin que casi nos demos cuenta ¿No será todo esto una señal? ¿No será esto de la clonación y la inteligencia artificial, parte más bien de una “revancha” de la evolución, para mentirnos de verdad: que todo debe cambiar para así seguir igual? Al fin y al cabo las especies hiperespecializadas han llegado a su fase final, y sólo les espera la extinción; pero ¿La inteligencia, guarda quizás un componente que elude esta fase mintiendo un final real?
Si la Inteligencia es realmente el arma otorgada a la humanidad, para persistir: ¿No debemos acaso buscar la nueva forma de entender que la Razón (hija mayor de la Inteligencia) es algo más que la manera más rápida de lograr un suicidio lento? Abiertas todas las anteriores puertas ¿No debemos acaso aprovechar para abrir, ahora y más que nunca, el hacer y el imaginar, para abrir el fin de la razón, y aprovechar al fin para abrir por fin toda inmensidad?. Tal vez tengamos que simplemente permitir el paso de este tiempo, que haga su historia, para que se marche rápido, y encontrar, en el medio o luego, una nueva forma de orientar la racionalidad, hacia la búsqueda del ser o de la conciencia del ser, de aquello en lo que nos hemos convertido (o que quizás siempre hemos sido). Y, quién sabe, si lo determina el azar o la necesidad (clones o microchips o sabe Dios qué), podamos hallar el siguiente espacio de esa divinidad peculiar que nos grita desde dentro nuestro que nunca se fue, ni se murió, ni nos abandonó... porque siempre estuvo en nosotros mismos, sin más contraste que nuestra inconciente ceguera para los grises.
REFERENCIAS RECOMENDADAS
1. Silvio Rodríguez. Playa Girón. Días y Flores. La Habana 1969.
2. José Ingenieros. El Hombre Mediocre. 1956.
3. Thomas Carlyle. Los Héroes. Sarpe. Madrid 1985
4. Arthur Shopenhauer. El mundo como voluntad y representación. Biblioteca de Ideas. Bs. Aires 1946.
5. Jhon Gribbin. Génesis. Salvat Editores. Barcelona 1986.
6. Ridley Scott. Blade Runner. Universal Studios. USA 1989.
7. Alvin Toffler. La Tercera Ola. Plaza y Janes. Madrid 1997.
8. David Lyon. Posmodernidad. Alianza Editorial. Madrid 1995.
9. Julian Janes. The origin of consciousness in the breakdown of the bicameral mind. USA. Houghton Miflin Company. 1976.
10. Milan Kundera. La Insoportable levedad del ser. Tusquets Editores. 1985.
11. Dalmiro Saénz. El Cristo de Pie. Argentina 1984.
12. Octavio Paz. Los Hijos del Limo. Ed. La Oveja Negra. Colombia 1974.
13. Stephen J. Gould. El Pulgar del Panda. Ed. Hyspamerica. Madrid 1989.
14. Isaac Asimov. Los Robots. Martinez Roca Eds. 1987.
15. Robert Jastrow. El Telar Mágico. Salvat Editores. Barcelona 1984. 16. Fito Páez. Abre o el fín de la razón. Warner Music. 1999.