domingo, diciembre 31, 2006











ÉRASE UNA VEZ

UN COMIENZO UNA VEZ MÁS


"La verdad es el tesoro más preciado... ¡Economicemosla!"
Samuel Langhorne Clemens



Están llamando a la puerta. ¿Serán un par de mensos... o será el temor, tocando en el aniversario de la soledad?. Definitivamente ya no es la primavera del verso pálido, aquella de nuestros años de promesas y desengaños, pues ya fue que comprendimos que llegó el momento de alejarnos de nuestro pasado.


Y, como cambia lo superficial y cambia también lo profundo y cambia el modo de pensar y cambia todo en este mundo, así... había ya llegado el caprichoso momento de cambiar de siglo y -¿porqué no?- de mundo.


Con nuestros muertos a cuestas (equivalentes en número a las estrellas de la galaxia), con nuestras edades a cuestas, hemos avanzado inexorablemente al encuentro pretendido por la tradición o quizás por el orden íntimo e indelucidable, a simple vista, que planteó hace ya 7 años el fin de milenio. Ya arúspices y pitonisas anunciaban y aún anuncian el fin de todos los tiempos y de todos los mundos; en tanto la humanidad, atormentada o seducida por desgracias o aventuras más inmediatas, reza, baila, llora, ríe, se prostituye o pelea, al son de una melodía que proviene de lo más hondo de sí mismos. Y todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, camino sobre la mar...


¿Qué nos dejaron el milenio y estos años? ¿Acaso todos tenemos entre las manos el durazno recogido de la rama más alta de este siglo? ¿Acaso no somos ya el olvido que seremos? ¿Acaso no sigue faltando plata para tantos corazones condenados a latir? ¿No es cierto que seguimos buscando piedras filosofales, donde bajan los dioses sin ser vistos? ¿Acaso nuestras fábulas de amor no se han ido desvaneciendo como pompas de jabón?. La razón no ha cesado de soñar con un plano del laberinto, aún le pedimos a Dios que la guerra aquí o en otra parte no nos sea indiferente, que la reseca muerte no nos encuentre a cada uno vacío y sólo y sin haber hecho lo suficiente. Aún miramos por el día que vendrá hermoso como un sol en la ciudad, siempre con el mismo terror a la soledad, con la fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas, esquivando a nuestro corazón y destrozándonos la cabeza. Pero también cantamos, cantamos porque el sol nos reconoce y porque el campo huele a primavera y porque en ese tallo o en aquél fruto cada pregunta tiene su respuesta.


¿Uds. saben qué es lo que ha pasado? Bienaventurados los que lo tengan claro, por que de ellos es el reino de los ciegos. A veces pienso junto a Wilde y creo, que al crear al hombre, Dios sobrestimó un poco Su habilidad... lástima que Adán fuera tan bruto, lástima que Eva fuera tan sorda, lástima que EL no supo hacerse entender... Ahora sabemos que lo único capaz de consolar a la humanidad por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas. Será por éso de que sólo hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; la otra, serlo.


Parece mentira que aún creamos (sólo creamos) que tenemos el don de elegir, sin embargo, todavía, gracias al hado, el día más insospechado y de cualquier manera, en el lugar más imprevisto se nos puede aparecer la primavera. A pesar de que todos los caminos que debemos andar se estén enrevesando y todas las luces que nos guían se estén apagando. Mi corazón aún canta como antes las funciones del amor, tal vez el tuyo también...


Así que es cierto, es inútil que toques la puerta... estamos adentro.



Gracias a los amigos:

· Yo quería ser mayor. Roque Narvaja. 1984.
· Todo cambia. Violeta Parra. 1973.
· Odisea 2001. Arthur C. Clarke. Editorial Planeta. 1965.
· Cantares. Antonio Machado. Antología Poética. Salvat. 1975.
· Contra los malos presagios. Luzgardo Medina Egoavil. Arequipa. 1994.
· Otro poema de los dones. Jorge Luis Borges. Nueva antología poética. Ed. Salvat. 1984.
· Sólo le pido a Dios. León Gieco. 1984.
· Instituciones. Sui Generis. 1976.
· Viernes 3 am. Serú Giran. 1974.
· Por qué cantamos. Jorge Baglieto.1982.
· Buenos Aires. Fito Páez.1998.
· Bienaventurados. Joan Manuel Serrat. 1993.
· Teología 3. Eduardo Galeano. Yo Pecador. 1982.
· En tránsito. Joan Manuel Serrat. 1991.
· Dar es dar. Fito Paez. 1996.
· Wonderwall. Oasis-Noel GallaGer. 1998.
· Jorge Luis Borges.

Ah. Sí, el amor, después del amor, tal vez se parezca a este (y no a otro) rayo del Sol.

UN MEJOR AÑO A TODOS.

martes, diciembre 19, 2006






CARL SAGAN O


EL NAVEGANTE


“Aramos, sin saberlo, el polvo de las estrellas, esparcido en torno nuestro por los vientos, y bebemos el universo en un vaso de lluvia....” (Ihab Hassan).







Hace ya diez años a mediados un 20 de Diciembre, ocurrió un suceso que estremeció al orbe científico; Carl Sagan, el astrónomo, el escritor, el maestro, el pionero de la exobiología (estudio de vida en otros planetas), el gran navegante estelar, partió sin destino conocido, rumbo a quién sabe qué singularidad, heredándonos una bitácora de vuelo alucinante que deberemos continuar mientras existamos.


Creo que fue en 1982 cuando le vi por primera vez; hablando, a través de esa caja mágica (alguna vez tenía que serlo) llamada televisión, de la probabilidad de vida entre la densa nubosidad de Jupiter, de la particular conformación de sus satélites, allí conocí por vez primera organismos evolucionados a partir de silicio que, siguiendo un camino totalmente distinto a nuestros ancestros y nuestra composición carbonada, no tenían por qué guardar una relación apendicular (llamemos ojos dedos, pies, orejas, etc) humanoide.

Viajando en un “diente de león” (conozco a incontables amigos tripulantes, hoy médicos, ingenieros, biólogos, psicólogos, profesores, artistas) conocimos el universo, inmediatamente después de creado, luego del ¨Big Bang¨ con su expansión inevitable dejando un rastro identificable y cuantificable, rastro que seguimos, presenciando el enfriamiento del Universo, la formación de cúmulos de materia estelar, para luego asistir a los nacimientos de galaxias, nebulosas, sistemas planetarios, quasares, pulsares, singularidades, agujeros negros; todo en un lapso en el que fuimos signando el gran ¨Calendario Cósmico¨; hasta que en nuestro viaje hallamos formándose un Sistema Planetario ubicado en el brazo externo de la espiral de una galaxia llamada “Vía Láctea”, allí hicimos un recorrido deteniéndonos de manera especial para asistir (hace apróximadamente 4500 millones de años) al logro del equilibrio estelar del tercer planeta de este sistema; allí permanecimos para ver su enfriamiento, la formación de sus continentes, de sus oceanos; la aparición de la vida en aquel lugar tan inhóspito, su conquista, su evolución, desde los primeros seres unicelulares, las primeras plantas, diversificándose hasta más allá de los Dinosaurios (hace apenas 65 millones de años, presenciando además nacimientos, extinciones... renacimientos) y los primeros mamíferos, nos quedamos allí para ver el advenimiento del fin del año cósmico y en sus últimos minutos, el surgimiento de nuestra especie, la soberbia humanidad, aferrada a su grandeza sin terminar de comprenderla.

Al paso de esos minutos cósmicos, conocimos Egipto y la gloria de las Pirámides, Solón y la Atlantida perdida; el nacimiento de la razón, Zenón de Elea, Sócrates, Arístoteles, Platón; la Gran Bibiloteca de Alejandría, Diógenes y el significado del termino “cosmopolita”, conocimos a Alejandro, a César, y a Leonardo, Kepler, Copérnico, Galileo, La Inquisición, a Newton, Darwin, Einstein y la magia de la luz; además de un sinfín de maravillas, asistimos a la experiencia de Neil Amstrong en la Luna tratando de despertar a una humanidad adormecida, para que se preparara con tiempo a llegar hasta la nueva frontera, envíamos los mariner, los pioneer y el mensaje que el mismo Carl Sagan enviara en ellos para las inteligencias que los hallaran. A lo largo de este viaje vimos además sufrimiento, envidia, ignorancia, miedo, muerte, destrucción, pero también alegría, valor, empeño, comprensión, hermandad, esperanza...

Han pasado ya casi 25 años, un cuarto de siglo, desde aquella vez en que un tipo de chaqueta beige, algo deslucida, con sonrisa de maestro de Educación Inicial, me acompañara en aquel viaje maravilloso que me ayudó a comprender mejor mi naturaleza, mis ideas y las de los demás. Y aunque ya la caja mágica no repone ¨Cosmos¨ (claro, con tanto bodrio mexicano, venezolano y etc), aún tengo en mi exigua biblioteca ¨La Conexión Cósmica¨, allí puedo recordar algo de todo aquel viaje, puedo recordar a un buen maestro que nunca claudicó a pesar del Cáncer de Medula Espinal con el que batalló, hasta terminar su última película (con una actuación soberbia de Jodie Foster), homónima de uno de sus libros CONTACTO, quizás pàra contactar no tanto con nosotros sino más bien con nuestros hijos, hermanos, sobrinos, nietos; después de todo no podemos olvidar que nos dejo tripulando su nave más querida, este planeta azul pálido que llamamos Tierra.