domingo, diciembre 31, 2006











ÉRASE UNA VEZ

UN COMIENZO UNA VEZ MÁS


"La verdad es el tesoro más preciado... ¡Economicemosla!"
Samuel Langhorne Clemens



Están llamando a la puerta. ¿Serán un par de mensos... o será el temor, tocando en el aniversario de la soledad?. Definitivamente ya no es la primavera del verso pálido, aquella de nuestros años de promesas y desengaños, pues ya fue que comprendimos que llegó el momento de alejarnos de nuestro pasado.


Y, como cambia lo superficial y cambia también lo profundo y cambia el modo de pensar y cambia todo en este mundo, así... había ya llegado el caprichoso momento de cambiar de siglo y -¿porqué no?- de mundo.


Con nuestros muertos a cuestas (equivalentes en número a las estrellas de la galaxia), con nuestras edades a cuestas, hemos avanzado inexorablemente al encuentro pretendido por la tradición o quizás por el orden íntimo e indelucidable, a simple vista, que planteó hace ya 7 años el fin de milenio. Ya arúspices y pitonisas anunciaban y aún anuncian el fin de todos los tiempos y de todos los mundos; en tanto la humanidad, atormentada o seducida por desgracias o aventuras más inmediatas, reza, baila, llora, ríe, se prostituye o pelea, al son de una melodía que proviene de lo más hondo de sí mismos. Y todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, camino sobre la mar...


¿Qué nos dejaron el milenio y estos años? ¿Acaso todos tenemos entre las manos el durazno recogido de la rama más alta de este siglo? ¿Acaso no somos ya el olvido que seremos? ¿Acaso no sigue faltando plata para tantos corazones condenados a latir? ¿No es cierto que seguimos buscando piedras filosofales, donde bajan los dioses sin ser vistos? ¿Acaso nuestras fábulas de amor no se han ido desvaneciendo como pompas de jabón?. La razón no ha cesado de soñar con un plano del laberinto, aún le pedimos a Dios que la guerra aquí o en otra parte no nos sea indiferente, que la reseca muerte no nos encuentre a cada uno vacío y sólo y sin haber hecho lo suficiente. Aún miramos por el día que vendrá hermoso como un sol en la ciudad, siempre con el mismo terror a la soledad, con la fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas, esquivando a nuestro corazón y destrozándonos la cabeza. Pero también cantamos, cantamos porque el sol nos reconoce y porque el campo huele a primavera y porque en ese tallo o en aquél fruto cada pregunta tiene su respuesta.


¿Uds. saben qué es lo que ha pasado? Bienaventurados los que lo tengan claro, por que de ellos es el reino de los ciegos. A veces pienso junto a Wilde y creo, que al crear al hombre, Dios sobrestimó un poco Su habilidad... lástima que Adán fuera tan bruto, lástima que Eva fuera tan sorda, lástima que EL no supo hacerse entender... Ahora sabemos que lo único capaz de consolar a la humanidad por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas. Será por éso de que sólo hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; la otra, serlo.


Parece mentira que aún creamos (sólo creamos) que tenemos el don de elegir, sin embargo, todavía, gracias al hado, el día más insospechado y de cualquier manera, en el lugar más imprevisto se nos puede aparecer la primavera. A pesar de que todos los caminos que debemos andar se estén enrevesando y todas las luces que nos guían se estén apagando. Mi corazón aún canta como antes las funciones del amor, tal vez el tuyo también...


Así que es cierto, es inútil que toques la puerta... estamos adentro.



Gracias a los amigos:

· Yo quería ser mayor. Roque Narvaja. 1984.
· Todo cambia. Violeta Parra. 1973.
· Odisea 2001. Arthur C. Clarke. Editorial Planeta. 1965.
· Cantares. Antonio Machado. Antología Poética. Salvat. 1975.
· Contra los malos presagios. Luzgardo Medina Egoavil. Arequipa. 1994.
· Otro poema de los dones. Jorge Luis Borges. Nueva antología poética. Ed. Salvat. 1984.
· Sólo le pido a Dios. León Gieco. 1984.
· Instituciones. Sui Generis. 1976.
· Viernes 3 am. Serú Giran. 1974.
· Por qué cantamos. Jorge Baglieto.1982.
· Buenos Aires. Fito Páez.1998.
· Bienaventurados. Joan Manuel Serrat. 1993.
· Teología 3. Eduardo Galeano. Yo Pecador. 1982.
· En tránsito. Joan Manuel Serrat. 1991.
· Dar es dar. Fito Paez. 1996.
· Wonderwall. Oasis-Noel GallaGer. 1998.
· Jorge Luis Borges.

Ah. Sí, el amor, después del amor, tal vez se parezca a este (y no a otro) rayo del Sol.

UN MEJOR AÑO A TODOS.

martes, diciembre 19, 2006






CARL SAGAN O


EL NAVEGANTE


“Aramos, sin saberlo, el polvo de las estrellas, esparcido en torno nuestro por los vientos, y bebemos el universo en un vaso de lluvia....” (Ihab Hassan).







Hace ya diez años a mediados un 20 de Diciembre, ocurrió un suceso que estremeció al orbe científico; Carl Sagan, el astrónomo, el escritor, el maestro, el pionero de la exobiología (estudio de vida en otros planetas), el gran navegante estelar, partió sin destino conocido, rumbo a quién sabe qué singularidad, heredándonos una bitácora de vuelo alucinante que deberemos continuar mientras existamos.


Creo que fue en 1982 cuando le vi por primera vez; hablando, a través de esa caja mágica (alguna vez tenía que serlo) llamada televisión, de la probabilidad de vida entre la densa nubosidad de Jupiter, de la particular conformación de sus satélites, allí conocí por vez primera organismos evolucionados a partir de silicio que, siguiendo un camino totalmente distinto a nuestros ancestros y nuestra composición carbonada, no tenían por qué guardar una relación apendicular (llamemos ojos dedos, pies, orejas, etc) humanoide.

Viajando en un “diente de león” (conozco a incontables amigos tripulantes, hoy médicos, ingenieros, biólogos, psicólogos, profesores, artistas) conocimos el universo, inmediatamente después de creado, luego del ¨Big Bang¨ con su expansión inevitable dejando un rastro identificable y cuantificable, rastro que seguimos, presenciando el enfriamiento del Universo, la formación de cúmulos de materia estelar, para luego asistir a los nacimientos de galaxias, nebulosas, sistemas planetarios, quasares, pulsares, singularidades, agujeros negros; todo en un lapso en el que fuimos signando el gran ¨Calendario Cósmico¨; hasta que en nuestro viaje hallamos formándose un Sistema Planetario ubicado en el brazo externo de la espiral de una galaxia llamada “Vía Láctea”, allí hicimos un recorrido deteniéndonos de manera especial para asistir (hace apróximadamente 4500 millones de años) al logro del equilibrio estelar del tercer planeta de este sistema; allí permanecimos para ver su enfriamiento, la formación de sus continentes, de sus oceanos; la aparición de la vida en aquel lugar tan inhóspito, su conquista, su evolución, desde los primeros seres unicelulares, las primeras plantas, diversificándose hasta más allá de los Dinosaurios (hace apenas 65 millones de años, presenciando además nacimientos, extinciones... renacimientos) y los primeros mamíferos, nos quedamos allí para ver el advenimiento del fin del año cósmico y en sus últimos minutos, el surgimiento de nuestra especie, la soberbia humanidad, aferrada a su grandeza sin terminar de comprenderla.

Al paso de esos minutos cósmicos, conocimos Egipto y la gloria de las Pirámides, Solón y la Atlantida perdida; el nacimiento de la razón, Zenón de Elea, Sócrates, Arístoteles, Platón; la Gran Bibiloteca de Alejandría, Diógenes y el significado del termino “cosmopolita”, conocimos a Alejandro, a César, y a Leonardo, Kepler, Copérnico, Galileo, La Inquisición, a Newton, Darwin, Einstein y la magia de la luz; además de un sinfín de maravillas, asistimos a la experiencia de Neil Amstrong en la Luna tratando de despertar a una humanidad adormecida, para que se preparara con tiempo a llegar hasta la nueva frontera, envíamos los mariner, los pioneer y el mensaje que el mismo Carl Sagan enviara en ellos para las inteligencias que los hallaran. A lo largo de este viaje vimos además sufrimiento, envidia, ignorancia, miedo, muerte, destrucción, pero también alegría, valor, empeño, comprensión, hermandad, esperanza...

Han pasado ya casi 25 años, un cuarto de siglo, desde aquella vez en que un tipo de chaqueta beige, algo deslucida, con sonrisa de maestro de Educación Inicial, me acompañara en aquel viaje maravilloso que me ayudó a comprender mejor mi naturaleza, mis ideas y las de los demás. Y aunque ya la caja mágica no repone ¨Cosmos¨ (claro, con tanto bodrio mexicano, venezolano y etc), aún tengo en mi exigua biblioteca ¨La Conexión Cósmica¨, allí puedo recordar algo de todo aquel viaje, puedo recordar a un buen maestro que nunca claudicó a pesar del Cáncer de Medula Espinal con el que batalló, hasta terminar su última película (con una actuación soberbia de Jodie Foster), homónima de uno de sus libros CONTACTO, quizás pàra contactar no tanto con nosotros sino más bien con nuestros hijos, hermanos, sobrinos, nietos; después de todo no podemos olvidar que nos dejo tripulando su nave más querida, este planeta azul pálido que llamamos Tierra.

miércoles, noviembre 29, 2006










¿QUÉ ES UN MILAGRO?






"¿A través de cuántas rutas entre las estrellas debe el hombre impulsarse en la búsqueda del secreto final? El viaje es difícil, inmenso, en ocasiones imposible, pero ello no nos disuadirá a algunos de intentarlo... Cabe decir que, en cierto punto, nos hemos unido a la caravana; viajaremos tan lejos como podamos, pero en una existencia no es posible ver todo aquello que nos gustaría contemplar o aprender todo aquello que ansiamos conocer..."

(Loren Eiseley, en "The Inmense Journey")



Desde cierto punto de vista, un milagro no es más que una acción que de alguna manera quiebra, normalmente por excepción, las leyes de la naturaleza.




Tomemos un vaso de cristal en una de nuestras manos, luego dejémoslo caer y, antes de que se estrelle contra el piso, cojámoslo con la otra mano... Ya está: Hemos cometido un milagro, nos hemos desentendido de la ley de la gravedad y como justo premio a nuestra esforzada indiferencia hacia tamaña ley, el vaso no se ha quebrado, está entero y quién sabe permanezca por algún tiempo más así.

Pues bien, a lo largo o mejor dicho desde los albores de la historia humana (seamos elitistas), miles de personas han cometido milagros de este tipo, inocentadas que con el tiempo han ido in crescento; entre tanto (merced a muchas otras necesidades) el hombre, que necesitaba comunicarse, cometió el milagro de hablar (a propósito, creo que nunca se recuperó, ni se dio cuenta de que aquél fue uno de sus primeros y más grandes milagros).

Con burdas gesticulaciones y ademanes (primero), con articulada elegancia (después) y con una desfachatez digna de mejor suerte, comenzó a hablar de sus milagros, para entonces ser juzgado loco, genio, iluso, gran hombre, justo, equilibrado, infantil, degenerado, dios, ángel, demonio, bárbaro o tonto, según conviniera a la moda en curso; porque la peor desgracia de los milagros no es su cualidad per se, sino que estos se cometen, en la mayoría de las veces, con mucha anticipación a la época en que les toca manifestarse. Oh, por supuesto la ley los condena, por que las burlas a la ley no son toleradas y no fueron estas las excepciones que ejecutaron a tantos otros que cometieron milagros (ésas fueron otras, una podría haberse llamado Inquisición, pero no hablaremos aquí de ello).

Hemos visto, entonces, cómo a través de los tiempos los milagros se han anticipado a la moda; unas veces rechazados, otras aceptados, dependiendo de la mentalidad espacio-temporal de la generación en turno, sucedió que los que iban siendo aceptados dejaron de llamarse milagros, infamia para algunos, pecado para otros, simplemente su uso cotidiano les hizo acciones intrascendentes propias de la especie e inclusive, en ocasiones, detestables; condenando de esta manera a la inconsciencia original a toda acción derivada, cuya filiación milagrosa no lo fue más. No olvidemos que así como la ley crea el delito o la moral el pecado, la concepción de ciertas leyes naturales crea la concepción del milagro; sabia es Madre Naturaleza, en constante renovación, sino que lo digan los trilobites o los dinosaurios. Es por ello que tenemos que ser conscientes de que actualmente todos nosotros, reincidentes y compulsivos "hacedores de milagros" en nuestro entorno, somos (sino EL) uno de los milagros más grandes que pudo cometer la naturaleza hasta hoy sobre el planeta.




Alegrémonos pues, somos unos rebeldes con causa y tal vez sea esta la característica que les permita a nuestros descendientes, 65 millones de años más tarde, tener al menos una vaga conciencia de lo que realmente fueron hace ésos 65 millones de años.

Estas palabras, por cierto, son para aquellos entusiatas cómplices que cometieron milagros, tengan o no conciencia de la magnitud de su delito, para que continúen haciéndolo en medio de esta humanidad díscola con sus propios taumaturgos rebeldes; sino que lo diga Asclepios, muerto, siendo semidiós, por una semidivinidad más fuerte llamada leyenda, mitología o tradición; que lo diga Galileo condenado por la inquisidora inquisición que no podía inquirirse a si misma y consideró pecado la pregunta de un milagro más grande y eterno que su juicio estático (¡...Eppur si move!); que lo digan Sócrates, Kepler, Leonardo, Darwin, Verne, Pasteur, Einstein, Fleming, Barnard, si en su espacio-tiempo sus preguntas no incomodaron a la moda en curso; que lo diga Neil Amstrong; allí, luego de dar el paso que le convirtió en un abanderado de todos esos espectros que velan el sueño de la humanidad adormecida aún por un sueño milagroso, sin hallar la hora de despertar y ver al abrir los ojos que su destino está ligado al extremo de sus propios brazos y sus propios pensamientos que algún día (quizá) serán inconscientes de la ley, porque la conciencia, para entonces, se habrá hecho una pregunta que absolverá benévolamente a la mismísima ley.

Ese sí, hoy, sería un milagro.






















sábado, septiembre 16, 2006



LA BIBLIOTECA DEL OLVIDO


"Cuando lo bello es horrible, lo que era horrible se hace bello..."
(Mac Beth - Primer Acto, de William Shakespeare)


A los veinte años uno es eterno, es decir, un aprendiz de Quijote.


De tal suerte, Alejandro Magno se lanzó a someter al mundo a esta gloriosa edad, imbuido e impelidoi por sus ideas, forjadas en el gran crisol de lo que fue la Cultura Helénica. Sin embargo, conquistar un mundo guarda peculiares singularidades y no se puede olvidar que el principal deber de la raza humana es el de heredar conocimientos a sus descendientes, para que estos puedan utilizar el esqueleto carcomido de la Historia (o el de una de sus muchas apariencias), y así crear un nuevo cuerpo y ¿por qué no? un nuevo espíritu.
Alejandro, con todo, hizo lo suyo y, hacia el año 330 AC, llega a la desembocadura del Nilo, allí, en el antiguo emplazamiento de una aldea llamada Rakotis, funda LA Ciudad de Alejandría, en la cual más tarde se hallaría la Gran Biblioteca cuya fama ha perdurado hasta nuestros días; aquella biblioteca fue depositaria, no está demás decirlo, del saber de los albores del tiempo, de conocimientos de personajes sabios, de insignes imperios y ancestrales civilizaciones.
Pero quizás porque los dioses aborrecen la sabiduría que se torna en soberbia, dotan a la humanidad de curiosos utensilios (llámense circunstancias, pasiones, voluntades, etc.) para anular o suprimir sus pretensiones divinas; o tal vez sea cierto eso de que existen operaciones misteriosas que de unj modo secreto se anulan en el tiempo.
Así, Julio César, otro señor del mundo, temiendo un levantamiento en las tierras que acababa de conquistar, ordena el incendio de la Flota Egipcia anclada en el puerto, las llamas infortunadamente alcanzan el mercado y, a través de las azoteas, accidentalmente llegan a la Gran Biblioteca, la que en cuestión de muy poco es pasto de las llamas.
De otra suerte, un emperador concibio una idea mosntruosa (por lo ambiciosa) y mandó quemar todos los libros anteriores a su reinado, para luego ordenar que el tiempo o la historia si lo prefieren, empezara con él, y que sus sucesores en el trono a partir suyo (el Primer Emperador) fuesen llamados: Segundo Emperador, Tercer Emperador... y asísucesivamente. Aquellos que se resistieron a la quema o escondieron alguno de los libros proscritos fueron condenados a trabajar de por vida en la construcción de un descomunal cerco, pues también fue éste y no otro aquel mismo emperador quien hizo construir la Gran Muralla China; para al final llamarse a si mismo Shih Huang Ti, quien sabe con el motivo de señalarse a sí mismo como aquel mítico Primer Emperador Huang Ti, quien inventó la escritura y la brújula.
La Gran Biblioteca de Alejandría fue por decirlo de un modo, el ombligo cultural del mundo antiguo.
Tres mil años de historia tenían los chinos (y en esos años el Emperador amarillo, Chaung Tzu y Confucio y Lao Tzu) cuando su amo y señor les ordenó olvidar su pasado mítico o real, para comenzar a contar los años a partir del él.
Y ¿qué fue lo que ganó la humanidad con esta hoguera de circunstancias y voluntades?
No es posible saberlo, a lo mejor porque nunca podremos medir lo que se ha perdido.

Referencias Recomendadas
1. Grimberg C. Julio César. Historia Universal
2. Borges JL. La muralla y los libros. Nueva antología Personal. Editorial Bruguera 1987.
3. Giles HA. Historia de China

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martes, septiembre 12, 2006

CLONACIÓN ¿UN SUICIDIO LENTO...?
O LA REVANCHA DE LA EVOLUCION

Compañeros de historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad, quisiera preguntar
—me urge tanto—,
¿qué debiera decir, qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida, ¿qué hacer?
¿Hasta donde debemos practicar las verdades?
¿Hasta donde sabemos?
Que escriban, pues, la historia, su historia,
los hombres del «Playa Girón».

El suicidio es una situación de contrastes. O te matas decididamente o, distraido dejas de hacer lo posible por existir... Ser, o No Ser.¿Existe una reflexión ética que justifique tal duda? O solo fue el producto de la mente veraniega de Shakespeare. ¿Ha evolucionado nuestro pensamiento (léase inteligencia) lo suficiente como para absolverla? O debemos de recordar que la evolución no es subjetiva y no se anda fijando en estos simples accidentes. Bueno, lo cierto es que el futuro de la clonación abre, en cierta forma y en ambos aspectos, un debate de características inusitadas.
Efectuando un juicio de valor del verbo o mejor dicho de la acción de clonar, podríamos llegar a la conclusión de que tal actividad no es mala ni buena y que el mencionado juicio de valor está dirigido más a la intencionalidad de aquel que es quien ejecuta la acción (qué buscamos: Héroes que nos saquien del lío en que hemos metido a la humanidad, almacenes de órganos, órganos para nuestros enfermos, hacer historia, soldados perfectos, eugenesia "unlimited").
Más, reflexionemos: Cualquier estímulo que llega a nosotros está encadenado por y a el principio de la razón; pensemos también en que la aparición de la inteligencia humana sobre la tierra pudo no haber pasado de ser mas que un simple accidente producto de la evolución (al margen de la conciencia de la existencia o no del Dios). Para esto, recordemos que la historia humana sobre el planeta no pasa de umos exiguos cuatro (04) millones de años aproximadamente (en comparación a los 1,5 x 10 a la sexta millones de años del universo, edad últimamente muy cuestionada pore los astrónomos, pero ese es otro cuento). Y que así (a través de la historia cósmica, de la realidad en que vivimos), vemos a la Inteligencia (quizás el disfraz preferido de la conciencia) como un factor más de la evolución que ha ido condicionando se entorno natural, para hacerlo "más adecuado" a su existencia condicionada a su vez por la propia subjetividad de la misma Inteligencia, para así poder ser seleccionada como un carácter evolutivo, con un éxito relativamente rápido hasta ahora.
Basta observar el cambio real de la inconveniente "barbarie" del entorno natural, merced a la aparición de la Inteligencia y la resistencia de esta última a desaparecer de la escena de la trama vital: el primer gran paso entonces fue el lenguaje (entiéndase entonces comunicacion)), éste(a) a su vez preparó el camino a la Primera Gran Ola Cultural (la Agricultura), concentrando el conocimiento en las ciudades, creadas a partir de la eliminación de un sedentarismo poco cómodo (por decir lo menos); entornando apenas la puerta, que empezaría a ser abierta por Sócrates, Zenón de Elea, Platón, Aristóteles, etc.. Para que luego entrara el Renacimiento y la Ilustración (con Leonardo, Tomás de Aquino, Plotino, Bacon, Galileo y después Voltaire, Rosseau) y el gran proyecto de la razón abandonada a la mera observación y el establecimiento, en su nombre, de un orden, de unas leyes y nociones (divinas) de verdad; que regirían al mundo, por mucho tiempo; hasta más o menos la llegada de la negación de la tradición (o de lo establecido), con la Revolución Francesa y sus razonables principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad (a pesar de toda la sangre que corrió entonces por el Sena).
La Revolución, entonces, abrió trocha a la llegada de la Modernidad, abanderada de la Segunda Gran Ola Cultural (la Industrialización), que cogió al mundo en plena búsqueda de la verdad (la verdadera, dicen). Y así la racionalidad más pura fue apoderándose de la humanidad (Kepler, Nietche, Kant, Hume, Hegel, Sartre, Swedenborg, Spinoza, Shopenhauer), mientras esta última, a su vez, reaccionaba una vez más, inteligentemente, frente a su entorno natural para evitar desaparecer, agotando nichos ecológicos, buscando el “progreso”, es decir, sobreviviendo. La búsqueda de la verdad continuó... hasta que se agotó, por decirlo de algún modo; ya que, de alguna forma, la negación de lo establecido, de la tradición, el mismo cuestionamiento de y al sistema, fue convirtiéndose, per se, en una tradición más.
A estas alturas la igualdad proclamada en un inicio por la Revolución fue perdiendo su libertad de diferencia (llámense credos, esquemas, formas de ver el mundo) quedando la humanidad enfrentada a la Posmodernidad, arengada por la Tercera Ola (Tecnología avanzada, Conocimiento, Consumismo global -Internet). La Posmodernidad y su mezcla disonante y multicolor de gustos, estilos, especialidades y creencias (¿alguien ha visto Blade Runner?), todos (o todas) creyendo tener la verdad en sus manos y proclamando su individualidad.

Abolida hasta aquí la búsqueda de la verdad (todos creen tenerla), la misma verdad y la moral, al no discernir entre lo bueno y lo malo (hijos de la moral condicionada por la razón de la verdad, y ahora negados por la aparente pérdida de la racionalidad), así, en igualdad de condiciones irracionales (¿Afganistán, USA, resto del Mundo?), quedó el caos de lo hiperespecializado: No lo dude, pronto verá en algún canal, de cable seguramente, un especial de una semana, o de un mes, dedicado únicamente a la ignota oruga trepadora de alguna selva venezolana. Mientras el universo, incluso el cultural, va hacia la entropía (naturalmente).
Luego de estas acotaciones podemos pensar entonces que el gran problema, es que ya se sabe que lo más dañino, no es el caos de la barbarie, sino la barbarie del orden... O tal vez es que esto es sólo un paso más de nuestra evolución cultural, que tal vez abrirá el paso a nuestra evolución biológica, acelerada (desde una apreciación algo subjetiva, paradójicamente), a su vez, desde la aparición de la Inteligencia. La Inteligencia que, para sí, cuenta con el arma objetiva de sus resultados. El avance de las computadoras (una posible inteligencia artificial), y la clonación pueden ser algunos de estos. Pero la historia no se ha escrito de situaciones aisladas, sino más bien por el conjunto, unas veces desatinado y otras afortunado, de las mismas.
Quien sabe, hayamos logrado ya, un Universo sin leyes, un mundo a la deriva, una visión grotesca del cosmos, donde la eternidad esta sentada sobre el caos, y al devorarlo, se devora. Y estemos realmente ante la naturaleza caída de los cristianos, cuando la relación entre Dios y el mundo se torna invertida: y donde no es el mundo caído de la mano de Dios, el que se precipita en la nada, sino que es Dios quien cayó en el hoyo de la muerte. Y la filosofía realmente haya concebido por fin, un mundo movido no por un creador, sino por un peculiar orden inteligente.
Después de todo, ahora, con el conocimiento de un universo desbocado y real, de la evolución sin un objetivo (como es natural), del hecho de que todas las especies están condenadas a la extinción, en busca de la más apta. Ahora que la eugenesia y la robótica amenazan con desplazar lo que somos sin que casi nos demos cuenta ¿No será todo esto una señal? ¿No será esto de la clonación y la inteligencia artificial, parte más bien de una “revancha” de la evolución, para mentirnos de verdad: que todo debe cambiar para así seguir igual? Al fin y al cabo las especies hiperespecializadas han llegado a su fase final, y sólo les espera la extinción; pero ¿La inteligencia, guarda quizás un componente que elude esta fase mintiendo un final real?
Si la Inteligencia es realmente el arma otorgada a la humanidad, para persistir: ¿No debemos acaso buscar la nueva forma de entender que la Razón (hija mayor de la Inteligencia) es algo más que la manera más rápida de lograr un suicidio lento? Abiertas todas las anteriores puertas ¿No debemos acaso aprovechar para abrir, ahora y más que nunca, el hacer y el imaginar, para abrir el fin de la razón, y aprovechar al fin para abrir por fin toda inmensidad?. Tal vez tengamos que simplemente permitir el paso de este tiempo, que haga su historia, para que se marche rápido, y encontrar, en el medio o luego, una nueva forma de orientar la racionalidad, hacia la búsqueda del ser o de la conciencia del ser, de aquello en lo que nos hemos convertido (o que quizás siempre hemos sido). Y, quién sabe, si lo determina el azar o la necesidad (clones o microchips o sabe Dios qué), podamos hallar el siguiente espacio de esa divinidad peculiar que nos grita desde dentro nuestro que nunca se fue, ni se murió, ni nos abandonó... porque siempre estuvo en nosotros mismos, sin más contraste que nuestra inconciente ceguera para los grises.



REFERENCIAS RECOMENDADAS

1. Silvio Rodríguez. Playa Girón. Días y Flores. La Habana 1969.
2. José Ingenieros. El Hombre Mediocre. 1956.
3. Thomas Carlyle. Los Héroes. Sarpe. Madrid 1985
4. Arthur Shopenhauer. El mundo como voluntad y representación. Biblioteca de Ideas. Bs. Aires 1946.
5. Jhon Gribbin. Génesis. Salvat Editores. Barcelona 1986.
6. Ridley Scott. Blade Runner. Universal Studios. USA 1989.
7. Alvin Toffler. La Tercera Ola. Plaza y Janes. Madrid 1997.
8. David Lyon. Posmodernidad. Alianza Editorial. Madrid 1995.
9. Julian Janes. The origin of consciousness in the breakdown of the bicameral mind. USA. Houghton Miflin Company. 1976.
10. Milan Kundera. La Insoportable levedad del ser. Tusquets Editores. 1985.
11. Dalmiro Saénz. El Cristo de Pie. Argentina 1984.
12. Octavio Paz. Los Hijos del Limo. Ed. La Oveja Negra. Colombia 1974.
13. Stephen J. Gould. El Pulgar del Panda. Ed. Hyspamerica. Madrid 1989.
14. Isaac Asimov. Los Robots. Martinez Roca Eds. 1987.
15. Robert Jastrow. El Telar Mágico. Salvat Editores. Barcelona 1984. 16. Fito Páez. Abre o el fín de la razón. Warner Music. 1999.